Silicon Valley

Bienvenidos al paraíso
Si hay algo que caracteriza a este siglo XXI es el desarrollo vertiginoso de la tecnología. La clave es sencilla, se ha humanizado. Es económicamente accesible (o, por lo menos, más que nunca), manejable, comprensible y, en cierto modo, democrática. La competencia entre las grandes marcas -Hewlett Packard, Apple, Microsoft, Adobe, Sony, Samsung, Toshiba, etc...- ha permitido que en sólo cinco o diez años podamos llevar miles de canciones en dispositivos de 10 gramos, montarnos en coches que nos avisan de cuando estamos cansado, nos guíen a nuestro destino y nos expliquen cuando tenemos las ruedas bajas o debemos cambiar de marcha.


Cuando queremos ver una película con toda la definición posible y con un sonido inmejorable nos quedamos en casa, encendemos el BluRay, subimos el Home Cinema y sintonizamos nuestra TV de última generación en tres dimensiones. Lo que hace diez años era un lujo y hace treinta lo soñaban los "supersónicos", ahora lo hacemos muchos. Todo esto es posible, en gran parte, gracias a un pequeño valle al sur de la Bahía de San Francisco, California. Bienvenidos a Silicon Valley. Bienvenidos al paraíso.


Vista aérea del Valle del Silicio

Si nos metemos en el enlace que las páginas web de las empresas tecnológicas dedican a sus intestinos -suele llamarse "compañía", "empresa" o algo parecido- vemos que en muchas de ellas hay algo en común, su sede social. Silicon Valley es un pequeño valle al sur de la Bahía de San Francisco en la que nacieron algunas de las empresas informáticas más famosas del mundo. El término Silicon (Silicio, en referencia a la alta concentración de empresas dedicadas a la informática y los semiconductores concentradas en la zona) lo acuñó por primera vez en 1971 el periodista estadounidense Don Hoefler. El valle, geográficamente, es el de Santa Clara, dejando claros los orígenes hispanos de todo el Estado de California.

Un poco de historia

El origen de la ubicación de empresas de este tipo se debe a la idea de un profesor de la Universidad de Stanford -Frederick Terman- para dar uso a esas vastas y desaprovechadas propiedad del campus. Pensaba en un desarrollo inmobiliario e intelectual de la zona. De este modo, en 1951 puso en marcha el proyecto "Parque Industrial Stanford" y se encargó de conseguir capital para los estudiantes emprendedores de su universidad. Su principal éxito a dos jóvenes: William Hewlett y David Packard, quienes fundarían el gigante Hewlett-Packard, primera gran empresa tecnológica creada al margen de la NASA o el ejército estadounidense.

Fue también determinante la llegada en 1953 de William Shockley, quien por un problema de patentes había abandonado Bell Labs y decidió crear Shockley Semiconductor como una parte de Beckman Instruments. Shockley trabajó en mejorar el transistor (en la empresa Bell Labs le dejaron al margen de la patente a pesar de haber sido el verdadero padre del mismo). Fue en los años siguientes en las que se entró en la dinámica en la que los ingenieros que creaban empresas las perdían en manos de directivas externas y se salían de ellas para crear nuevas. Este es el origen, entre otras de AMD o Intel.

Todo ello hizo que, con suelo aún abundante, en los años '80 se empezaran a crear en la zona más empresas, algunas incluso dedicadas exclusivamente a prestar capital a los emprendedores. Su éxito más llamativo se dio en 1980 con la gran acogida de una Oferta Pública de Adquisición de acciones de Apple por 1.300 millones de dólares. Silicon Valley, aquel sueño de los años '50 se convertía en uno de los pocos ejemplos del buen hacer del capitalismo estadounidense. En Europa tuvieron su réplica, más bien tardía, en los parques tecnológicos.


Mapa de las empresas con sede en el valle de Santa Clara. El proyecto de desarrollo de una zona baldía tuvo éxito.

La fuga de cerebros

Precisamente ese aprovechamiento tardío del modelo de Silicon Valley ha provocado, históricamente, una gran fuga de cerebros de todo el mundo hasta la soleada California. Del mismo modo que los actores y actrices "migran" a Hollywood cuando se "acaban" sus países, los ingenieros ven en esta zona su Meca.

Recientemente, El País publicaba un artículo en el que se explicaban las experiencias de varios ingenieros españoles que habían ido hasta el Estado Dorado a hacer las Américas. Algunos de ellos como parte del desarrollo interno en sus empresas. Otros, simplemente, para probar fortuna y desarrollar sus ideas. Son muchos los que se quedan por el camino, pero los que consiguen éxito lo consiguen en unas dimensiones que muchas veces ni soñaban.

La clave la daba Alfonso Núñez, de 37 años y fundador de la compañía UserZoom, una empresa de 12 empleados dedicada al análisis de usabilidad que ya emplean gigantes como Google o IBM. En Silicon Valley existe un "ecosistema de capital y talento" que se retroalimentan. Todos ellos coinciden con Nina Alastruey en que la diferencia con el Viejo Mundo reside en que en las multinacionales europeas hay una ruptura entre los altos cargos y el resto de la plantilla. "¡Cómo va a saber alguien más que él si lleva 25 años en la empresa!" Le ha ocurrido en sus experiencias por Francia, el Reino Unido y España. No así al llegar allí donde casi "todo el mundo está abierto a conocer la próxima tendencia porque nadie sabe de donde vendrá".

Parece que los años han cambiado y que el esfuerzo de las empresas a este lado del mundo por retener sus cerebros empiezan a tener efecto, pero, por lo visto en estas entrevistas, el problema no reside en el dinero, sino en las posibilidad de realizarnos como personas en nuestros centros de trabajo. Y para eso, esta pequeña zona del mundo se presenta como ese paraíso en el que los sueños se cumplen, a cambio de mucho esfuerzo, o, por lo menos te permiten soñar. Esperemos que dentro de poco veamos que parques como el de Zamudio se convierten gracias a proyectos como Innobasque, en nuestros valles del silicio.

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